sábado, 22 de noviembre de 2008

CRÓNICAS DE MI BARRIO II

Hace unos días Lileth y yo estábamos a punto de salir con el coche con un rumbo indeterminado, cuando, en mi calle, se escucha un alarido:

- JUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN!!!!!

Una señora bastante mayor bajo un balcón, cual juglar medieval, gritaba a pleno pulmón este nombre. Lileth se la quedó mirando. La curiosidad la dominaba cuando ya no pudo más y me preguntó: "¿que hace?.

- Llamar a Juan. Respondí yo, tranquila y anodinamente.

Pero Lileth, lo que realmente quería saber no era a quién llamaba o lo que hacía en sí (lo cual era evidente). Lo que Lileth no podía entender era algo de difícil compresión y aún más difícil explicación

Recurrí a la manida explicación antropológica de la costumbre, del rito popular de dar una voz para ver si se asoma a la ventana del 4º piso la persona invocada. Una especie de llamada gutural que hace que ciertos individuos de la misma especie acudan a la lejana voz, por lo general conocida, para iniciar el complejo proceso de la comunicación entre miembros de una misma especie. Pero realmente no explicaba en esencia la incógnita mayor que a todos nos pasó por la cabeza.

¿POR QUÉ NO USABA EL PORTERO AUTOMÁTICO?

Allí la dejamos, gritando.

Mientras nos alejábamos, recordé la anécdota de una sobrina que, con pocos años de edad, se le pidió que llamara al ascensor, para ver cómo pulsaba el botoncito y la niña sorprendió con un "Asshensóoooo.... meeeeeen!!!"

1 comentario:

Lileth dijo...

Tengo grabado el momento ascensor a fuego en mi memoria. Y es que la teníamos frita a la pobre, que si llama a papá, llama a la abuela, llama al gatito...

Pues nada, llama al ascensor.

Tu barrio me deja totalmete inhóspita, que se dice por ahí... Pero estás tardando en postear la decoración navideña del balcón que hemos visto hace un rato.