domingo, 21 de septiembre de 2008

MI JUVENTUD MÁS FASHION

NO soy el rey de la elegancia. Me gustan los zapatos de deporte, los pantalones vaqueros, las camisetas de propaganda, usar calcetines de deporte blanco y, sobre todo, primar la comodidad por encima de cualquier cosa. Pero no me culpen por ello. He tenido una vida fashion convulsa, que ha dejado una huella psicológica imborrable.

Desde mi más tierna infancia, he sido objeto de deseo. He de reconocer que cuando era un chavalín de menos de un metro, era guapo. Incluso he cambiado de look sin proponérmelo y de manera natural: nací con el pelo negro zaino, patillas hasta el mentón y mu rojo, cual Hellboy. Pero eso duró poco. La piel se puso blanquita y perdí ese primer pelo pasando a tener otro rizado y rubio. Al tiempo optó mi naturaleza por un pelirojo, que aún conservo en ciertas partes cobrizas de mi barba. Ahora, mi pelo es castaño oscuro y liso, aunque tiende a "arremolinarse" en las patillas y el cogote. ¡Aprende Rupert, que lo mío es natural!

A mi madre no le molaba demasiado el rizado, y aprovechaba que mi tía me sacaba de paseo (como a los perrillos chicos) para pegarme tirones del pelo con el cepillo para alisármelo. Lo recuerdo, sí, y aún me duele la cabeza sólo de pensarlo. Así que, cuando salía por la puerta con mi tía, a la cual sí que le gustaban los rizos, con las manos me batía fuertemente la cabeza para recuperar el rizo. También son ganas de fastidiar a una criatura indefensa.

También recuerdo, con vergüenza, esos "trajecitos arreglados" con camisas de volantitos, vivos, cuello de bebé... y pantalón corto. Yo era muy pequeño. Como diría Lileth, aún tenía bracitos de bebé. Pero lo recuerdo vívidamente. No me gustaban en absoluto esas prendas. Lloraba y me escondía. Me sentía ridículo. Porque, aunque niño, yo tenía mi propio sentido del gusto. Yo le llamaba "el traje de las iglesias", porque normalmente me lo ponía en comuniones, bodas... eventos que había que acudir a un centro de culto cristiano. La gente me saludaba con un "ooooiggh... qué guapo!!!!... ¡PARECE UNA NIÑA!" ....................
...
¡Jo...! Claro que parecía una niña!!! Amariconadito que iba. Así que me escondía detrás de mi madre (o de cualquier otro) y decían "es que es tímido"... Pues no... Es que me sentía RIDÍCULO. De hecho, una de las anécdotas que suelen contar (y que también recuerdo) es un viaje que hicimos a Portugal, y en un bar la camarera preguntó "¿Mimo o mima?"... estuve dos días mosqueado, y eso que en esa ocasión iba con ropa normal.

Mi madre no parece haber penetrado mucho en mi psicología infantil. Ya de más mayorcito, cuando iba al "cole de los mayores", mi madre me compró un pantalón impermeable. Yo era... digamos... revoltosillo. Así que en días de lluvia mi madre más que impermeable pretendía ponerme estanco. Los pantalones esos eran del color del uniforme (yo iba a un cole con uniforme, sí) pero parecían de cuero. Mi progenitora estaba acojonadita, con perdón, por mi reacción ante el pantalón. Su sorpresa fue que, al verlos, me los encasqueté ipso facto y me puse a saltar y cantar por toda la casa como Miguel Ríos. Mi "solo" de la versión personal del "Bievenidos" despejaron cualquier duda sobre si me pondría el pantalón o no.


Hoy en día, posiblemente, hubiera tomado otros referentes respecto al cuero... ¡Qué sabio es el destino, de no darme a conocer a este Logan hasta más mayorcito!

De todas formas, supongo que con lo que habéis leído ya os resultará más comprensible mi aversión hacia las tendencias y las modas. Comprendo que no puedo ser un "Judas" (como me decía mi abuelita) y debo ir arreglado a ciertos actos. Pero Lileth os puede confirmar el problema y los quebraderos de cabeza por encontrar algo acorde conmigo y que no de el cante en las BBC. Y créanme si les digo que estoy muy mejoradito (al menos ya no uso el chándal si no e spara deporte).

Odio los trajes "arreglados".

No sé peinarme, pues visto lo visto le perdí todo interés por aprender. La información que recibía es ¿para qué peinarme, si luego me despeino?

Nadie comprende mis gustos, y mis traumas infantiles.

Quiero ser libre, librarme de tendencias, ir a contracorriente.

Entiendo que no puedo, pero lo intento.

PD: gracias a Lileth por el asesoramiento respecto al nombre de ciertos adornos de las prendas y colores varios.

jueves, 18 de septiembre de 2008

PERO... ¿QUIÉN INVENTÓ EL ESTRÉS?

El estrés... ese desconocido. Todo el mundo habla de él, e incluso dice que lo ha padecido. Todo el mundo comenta lo malo que es, pero pocos saben que el estrés no sólo es bueno, sino que es imprescindible para la superviencia. Lo que realmente es malo, es el EXCESO de ese estrés.

Los libros te vienen a contar, poco más o menos, que el estrés es una respuesta ADAPTATIVA a un estímulo que podemos considerar más o menos peligroso, y que nos prepara para atacar o huir. Lo malo es que en la vida actual, a veces, las buenas maneras te obligan a tragártelo... y eso se acumula, y se acumula, y al final, pues te pasa factura.

¿Y a quién debemos el invento? Pues el invento se lo debemos a Mamá Natura, pero quien empezó a postular estas cosas fue un tal Hans Selye.

Selye (que por el nombre podéis deducir que era de Palos de la Frontera -frontera con Hungría-), era un tipo curioso. No era ni psiquiatra, ni psicólogo, ni nada de esas cosas: el muchacho era endocrino, y estaba buscando una hormona. Pero, como todos los grandes descubrimientos (véase la penicilina, por ejemplo), una casualidad hizo que descubriese algo muy distinto y que a la larga le supondría mayores satisfacciones.

Intentaba encontrar, como ya se ha dicho, una hormona que produjese algún cambio, y que no fuese de origen sexual (supongo que no le gustaba Freud...). Así que se puso a inyectarle cosas raras (hormonas para los entendidos) a las ratas y a ver cuáles eran los cambios. Lo malo es que cuando inyectaba cosas diferentes, algunas de las cuales pensaba que no deberían producir efecto alguno, encontró que los cambios eran LOS MISMOS. Desesperadito andaba ya cuando, en vez de desistir, recordó algo de sus prácticas en la carrera de medicina en sus años mozos: la gente que, simplemente, se "sentía enferma".

- Ratita, ratita... -preguntó Selye a la ratita presumida.- ¿Te quieres casar conmigo? ...Y claro, la ratita se estresó

Esta gente, en pariencia, y tras muchas pruebas de esas que todo médico que se precie manda (radiografías, pinchazos, tubitos por orificios y demás mandangas) no padecían ningún trastorno, enfermedad ni nada. Estaban sanas, pero estas personas seguían sintiéndose mal. Esto lo llamó algo así como "síndrome de estar sólo enfermo".

Resumiendo:

Tras muchas deliberaciones y comidas de coco de este buen señor (y colaboradores, seguro, que siempre nos olvidamos de ellos y a fin de cuentas son los que más curran) llegó a una conclusión que, aunque con algún cambio y crítica, permanece hasta nuestros días: la gente soporta agresiones (físicas o psíquicas) a lo largo de su vida diaria, y debe adaptarse a ellas. En el momento en que estas agresiones te superan, ya sea porque son muy fuertes, muy continuas, o ambas cosas, el cuerpo pierde esa capacidad de adaptación y te sientes enfermo. A esta teoría se le llamó SAG (Síndrome de Adaptación General) y es lo que ha llevado a nuestros días a las distintas formulaciones y teorías del estrés.

Este señor habló de que estaba implicado el eje hipotálamo-nosequéadrenal y ACTH y otras cosas que no tengo intención de contar aquí, pero me parece interesante a veces contar estas cosas (espero satisfacer la curiosidad de Lileth, y que a Pando le cunda).

Saludillos.

martes, 16 de septiembre de 2008

SI YO FUERA EL TÍTULO DE UNA CANCIÓN

Una palabra de mí respecto a la música: ostracismo.

Al igual que en “entrevista con el vampiro” (la película), puedo decir eso de nací, crecí… rodeado de música como “los payasos de la tele”, Enrique y Ana, Juan Pardo, la década prodigiosa y otros tantos del panorama musical, que en la época eran… digamos… socialmente aceptados, aunque hoy en día injustamente incomprendidos.

Lileth me dijo, aunque no en su blog, que a ver si hacía lo del memo o algo así… esas cosas que se pasan de blog en blog, vamos. Y, literalmente (por lo de memo), aquí está. Aún sin nominación.

Lileth, que junto con Akliman en música no hay quien los pare (hay que verlos juntos en un bar, viendo la pantalla de los vídeos musicales, discutiendo sobre el año en que el grupo sacó la canción y esas cosas) me dejarían a la altura del betún. Sin embargo, una vez conseguí que Lileth me mirara con cejas arqueadas, a lo Spock de Star Trek, cuando comencé a cantar cierta canción que ella no se sabía. No sé si con eso me gané su respeto, o simplemente le entró miedito… la canción era “la banda borracha” de ese genio inimitable, atemporal, un monstruo igualmente incomprendido, Luis Aguilé.



1.- ¿Eres hombre o mujer? El tío Calambres.


2.- Descríbete: Soy como tú deseas.

3.- ¿Qué sienten las personas acerca de tí? Embustero y bailarín

4.- ¿Cómo te sientes? Yo ya estoy harto.

5.- ¿Cómo describirías tu anterior relación sentimental? Qué será, será.

6.- Describe tu actual relación con tu novio/pretendiente: Te quiero, no lo olvides.

7.- ¿Dónde quieres estar ahora? Venus.

8.- ¿Cómo eres respecto al amor? En un rincón del alma.

9.- ¿Cómo es tu vida? El preso número 9.

10.- ¿Qué pedirías si tuvieras sólo un deseo? Yo sé.

11.- Escribe una cita o frase famosa: Los que dicen que yo no trabajo no han visto los callos que tengo en las manos: me los hice jugando a los dados, sirviendo en la copa y pidiendo prestao. ¡Ay! Qué envidia que tiene la gente de los que vivimos de forma decente.

12.- Ahora, despídete: Déjenme en paz.

martes, 9 de septiembre de 2008

DOLOR... MUCHO DOLOR...

No es que me queje... es que me gusta demostrar al mundo mi vulnerabilidad.

Dicen que el deporte es salud. Supongo que el que dijo esto lo hizo desde la silla de su despecho. Porque además, estoy convencido de que era un hombre, con su pucha cervecera, manteniendo una risa absolutamente sarcástica mientras pensaba: "y el que se lo crea que corra a traerme una tapa para mi cerveza".

Sí, he cambiado de hábitos de vida. En general me va bien. No paso hambre, voy poniéndome a tono... Tampoco me noto más cansado de lo habitual, aunque el 98% de mi ADN haya mutado a marmota desde hace años. Y sí, he comenzado a hacer ejercicio regularmente. Lo de "regularmente" lo digo en un amplio sentido de la palabra, pues no sólo es que lo haga de forma asidua, sino que lo hago francamente regular, por no decir mal, debido a mi forma física. ¿He nombrado ya a las marmotas? En fin...

Pero, un buen día, cuando pensé eso de "ya empiezo a notar que cierta musculatura resucita" comienzo a notar... dolor.... mucho dolor. El fantasma de las agujetas, (y no otros que yo me se) hace su aparición de la forma más bruta. Noto como si los tendones se desgarrasen. Es posible que la musculatura resucite, pero yo parece que ando con un rigor mortis penoso. Olvidé que cierto tipo de ejercicio no lo había realizado aún... y eso acabó en el desastre. Llevo tres días sin poder estirar los brazos. Por fortuna, eso está pasando ya.

Comenzaré nuevamente y poco a poco. No me rindo. Desataré de la maraña de adipocitos rellenos al boina verde que hubo en mí. Con barba incluida, por supuesto.

El ejercicio me ayudará a mantener mi metabolismo, a coger fuerza, forma y fondo... a eliminar mi ADN animal (sí, el de marmota) y sustituirlo por el de persona... aunque un poco vaguillo (a ver, tampoco hay que ser tan drásticos). Sí, venceré estas agujetas... y las siguientes.... y las otras....

¿Quién dijo miedo?

lunes, 8 de septiembre de 2008

DIA D + 14

Dos semanas después de mi inicio de cambio de hábitos saludables, mi peso es de 99 Kg exactos.

Ayer le dije a Lileth que algo, no recuerdo el qué, era digno de postearse. Hoy he olvidado eso y algo más, lo sé, pero no sé lo que es. Los olvidos en mí son frecuentes, yo diría que constantes.. para desesperación mía y de los que tienen a bien aguantarme.

Así que ya he descubierto el posible motivo de mi falta de memoria en el telediario y otros medios de comunicación.

No recuerdo haber comido esto... pero claro... con tanto olvido...