sábado, 24 de noviembre de 2007

¿MI NIÑO ES AUTISTA O TIENE AUTISMO?

Cuando alguien que trabaja a nivel clínico con gente que padece algún trastorno mental, al leer las hitorias clínicas de estas personas es frecuente encontrar cosas como la siguiente:

"Niño de tres años y once meses que acude a consulta remitido por el Equipo de Orientación Escolar para su valoración y posible estudio. Refieren que el niño es inquieto, no atiende en clase, distrayéndose con suma facilidad. No realiza las actividades propuestas y reacciona de forma inadecuada ante las frustraciones. En ocasiones, aparecen episodios de autoagresividad".

Según me dijo alguien una vez, a los niños que son traviesos en clase los maestros tienden a generalizar su nombre como "Pablos". Y me parece un nombre fantástico para este niño que hemos descrito arriba. Digo niño, pues dentro de los Trastornos Generalizados del Desarrollo, el autismo infantil es de tres a cuatro veces más predominante en chicos que en chicas (según la CIE-10, que es una clasificación de enfermedades que publica la OMS -Organización Mundial de la Salud- y que es muy utilizada a nivel clínico en España). Y es que, tras los estudios realizados, parece ser que Pablo, en efecto, padece un trastorno dentro del espectro autista. Por cierto, recuerdo que esto es todo hipotético.

Pues bien, pese a lo que dice el diagnóstico, decir que "Pablo es autista" no me parece correcto. Decir esto es definir al niño por su trastorno. Pablo no es autista: Pablo es, simplemente, Pablo. Pablo es un niño que se levanta por las mañanas, unas veces de mejor humor que otras. Quiere y se relaciona con sus padres, aunque un poco a su manera. El entorno a veces le resulta incomprensible, y no lleva bien los cambios, y es por eso que le gustan las tareas repetitivas. Pablo necesita cariño, comprensión y apoyo... y sobre todo que el guíen. Pablo puede padecer autismo, pero NO ES autista, aunque digamos normalmente esto para abreviar.

Si tienen un hijo (o hija) con este trastorno, si han leído la "historia" de arriba, seguro que la han identificado. Otros, tal vez no. Pero habrá decenas de personas que sí. Y estoy seguro de que, si cogiésemos a todos esos niños y niñas y los pusiéramos detro de una gran habitación, cada uno de sus padres y madres serían capaces de saber quien es su hijo/a. Leyendo su historial, no.

Es por esto que son los pequeñines quienes se definen a sí mismos, por sus características personales, por sus caritas a veces risueñas a veces enfadadas, por el contacto físico que demandan y que a veces rechazan tan efusivamente... por esas cosas que diferencian a todos los demás niños y niñas del mundo.

Aunque Pablo sea inquieto, no preste atención, se distraiga con facilidad, no realice las tareas (salvo las que él considera interesantes) y a veces se enfade... Pablo es Pablo, y por azares del destino, padece autismo. Y esto, hay que comprenderlo. Y a Pablo, hay que quererlo.

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