jueves, 14 de febrero de 2008

EGOCENTRISMO

Había una vez un señor que se llamaba Piaget (en realidad se llamaba Jean, pero por el apellido suena más).

Este ilustre personaje dedicó su vida al estudio de los niños (particularmente, los suyos) y extrajo una serie de conclusiones que extrapoló a la población general después de varias observaciones. Yo sigo diciendo que sólo fueron 2, las de sus hijos, pero la historia se niega a darme la razón.

Este hombre, padre donde los haya, pues parece que no se perdió detalle del crecimiento de sus retoños (tomen ejemplo, señores, de lo que es conciliar vida laboral y familiar), dividió las cosas que hacen los pepones y peponas en etapas o estadíos. Entre ellos, se encuentra el famoso egocentrismo.

www.ediuoc.es/libroweb/3/15_3.htm

La idea de que nos miramos mucho el ombligo los seres humanos no es que sea nueva (a Copérnico lo quemaron por decir que el hombre no era el centro, que lo era el Sol...y por eso lo pusieron así de calentito). Y no es típicamente infantil... Vuelvo a discrepar con Piaget, y puedo demostrarlo. Baste la siguiente anécdota:

Mi novia vive prácticamene en los aeropuertos. No, no es ejecutiva... sustituye bajas de gente que se pone malita, y le toca viajar a su lugar de trabajo (una pista de donde es: a Copérnico lo quemaron por decir que era el centro, y el monopolio turístico de este astro parece ser explotado sólo y exclusicavamente por estas islas, pese al frío).

Centrándonos nuevamente, que a veces me enrollo como una persiana, en una de sus vueltas al hogar (mi novia, no Copérnico), aterrizó en el cutre pero casi inevitable aeropuerto de San Pablo, ubicado a las afueras de Sevilla. Lo están remodelando, que no queire decir que arreglando.

Pues entre la cosa que podemos llamar "sala de espera" y la recepción de equipajes, existen las ventanillas de las diferentes compañías aéreas, y hay unas ventanitas que, normalmente cerradas, ese día se podía ver a través de ellas (de lo que se deduce que estaban abiertas, no que hubiera adquirido yo ese poder mutante a esas horas). Una familia, compuesta por dos mujeres que estaban pegadas al cristal de la ventana cual peluche cutre en la ventanilla de un coche, 3 hombres y un bebé (que nada tienen que ver con la película del mismo nombre) estaban esperando poder ver a las personas que esperaban.

Como pueden imaginar, el aeropuerto estaba lleno de gente, además de esta familia que he nombrado. Todos detrás de ésta, incluido un servidor.

Pues, casualmente, mi novia me vió. me saludó, yo la saludé, y ella siguió su camino... cuando de repente, cual gag de los Monty Pyton, da pasitos para detrás, se asoma a la ventanilla, y me saca la lengua.

Las mujeres-peluche, asombradas, se miraron incrédulas, se volvieron a los hombres y preguntaron:
- Y esa... ¿porqué nos ha sacado la lengua?
- ¿Quién?
- No sé - dijo una de ellas -. Una que pasaba por ahí.

No importaba que antes me hubiera saludado, ni que yo también lo hiciera... delante de los hombres. Era evidente. La lengua se la sacó A ELLAS. Un rato después, aún lo seguían comentando. El mismo rato que yo, entre risas contenidas, me negué a sacarles de su error.

Y es que debemos aprender a mirarnos menos el ombligo... aunque al mío aún no le he visto el fondo... a ver, a ver....

No hay comentarios: